La duda de lo que pudo ser. La ansiedad de lo que probablemente sea. La locura de intentarlo. La frustración de la espera.
Todo concluye en un final incierto, signado por el esfuerzo y la voluntad de hacer lo que sinceramente se desea.
No engañar al subconciente con motivos falsos ni cubrir acciones pintándolas del color que creo que le puede gustar al resto. Aprobación por orgullo propio y no ajeno. Sin la necesidad del reflejo en el espejo para verme nuevamente como lo que recuerdo que quise ser.
No está mal sumergirme otra vez, ni temer que el río sangre y calme
Sé bucear en silencio...
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