Esta es una historia de final feliz. Si, y vale la pena anticipar esta información porque estoy gratamente sorprendida, no sólo de que las hay, sino de que porte pruebas tan irrefutables que no me quede otra que creerla.
Pasa, cuando menos lo esperás, cuando menos lo querés, cuando ya tenés planes a corto y mediano plazo que no pueden alterarse, pasa. Esa persona llega y todo se nubla y cambia de color. Todo parece teñirse de drama pero con su sola mirada, la calma reina.
Y eso les paso a ellos, dos corazones perdidos por el mundo, lejos de casa, buscando algo que sólo cada uno de ellos sabe, pero viviendo sus deseos a pleno.
Ella una chica argentina de casi 30. Se dedicó casi toda esta útima década de su vida a viajar, a explorar y a conocer otras culturas y maneras de vivir. Se desató completamente de todo, se despojó de bienes materiales y de relaciones sin futuro, y se abocó a vivir en movimiento. Una de sus paradas fue Londres. Aunque en un momento ya cansada, decidió volver al hogar y con su pasaje de vuelta esperándola, salió por unas cervezas con las amigas de turno.
Él un chico español rondando la mitad de sus 20 años. Con una carrera terminada y buen trabajo, acomodado en un país con toda una cultura distinta que le servía para volver a casa con conocimientos y poder ejercer su profesión más afianzado y con dos lenguas en su haber. Pero todo sacrificio necesita de un respiro, y una noche decidió salir por unas cervezas con su amigo de toda la vida.
Los dos coincidieron en el mismo bar, la misma noche y bajo la misma tenue luz. Él no pudo sacarle los ojos de encima, Ella no quería mirar. Su pasaje de vuelta la acorralaba, pero a Él no ya no había nada que lo detuviera y así empezó la cacería. Comenzó a visitarla en el trabajo, la invitaba a salir; entre risas confiensa que no le entendía su acento cuando hablaba pero que Ella le parecía tan linda que Él sólo la miraba esperando poder en algún momento de la charla, callarla con un beso.
Pasaron un par de semanas y en el medio, Ella siguío explorando tierras del viejo continente hasta que a su vuelta y ya casi con las valijas en la puerta, se dió cuenta que esta vez estaba huyendo de algo de lo que ya no quería huir. Pero nosotras somos ese tipo de mujer que no se deja amedrentar ni cambia rumbo por algo tan trivial como un enamoramiento, asi que volvió a Argentina y Él se quedó en Londres, extrañándola pero no de brazos cruzados. La llamó cada día de los que pasaron separados, le hizo saber inclusive con un océano de distancia que Él la esperaba, que era Ella, que Él había dejado correr.
Y así fue como decidió ir por Ella y visitar su lugar, conocer a su familia, a su gente, sus costumbres y capaz quién sabe, traerla nuevamente con Él. Su visita fue intensa y nada fue drama ni incomodidades. Todo se desarrolló como si ellos tuvieran más que sólo semanas de conocerse y como si realmente el camino les mostrara que entre ellos no había distancia. Después de esos reveladores días, Ella decidió volver a Londres por Él y su historia de amor por fin empezó. Porque la llevaron a la realidad y viviendo juntos se pudieron amar más. Porque si a mi en algún momento me vuelven las dudas sobre la existencia de ese amor incondicional y desinteresado, totalmente entregado al otro, con sólo verlos mirarse a los ojos entiendo que simplemente tengo que creer. Y no puedo dejar de sonreir cuando estoy alrededor de ellos, porque trasmiten paz, trasmiten cariñio y todo lo que una pareja de verdad debe reflejar. Porque más allá del tiempo que estuvieron separados y de las dificultades, supieron separar lo que no servía y dejar sólo lo importante en la superficie y ante todo.
Y pasados dos años de ese primer encuentro, el final feliz. Porque ellos finalmente después de un montón de impedimentos burocráticos (igual quedó claro que nada los detiene) se casaron. Ceremonia íntima, llena de amor y sinceridad. En Buenos Aires, ante los ojos de su gente y nuestros mejores deseos.
Simplemente hoy me levanté melancólica porque extraño amar y sentir esa seguridad que Él le brindó a Ella. Seguridad de que la persona que uno quiere, está ahí. Y supe al pensar en esta historia que cuando tengo dudas sólo tengo que recordar una mirada, y mis dudas se disolverán.
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