Encontrar nuevas canciones en el momento que se las necesita es una sensación enriquecedora. Revolver en la mente con la melodía de algo que podría haber salido del propio espíritu y que explica vehementemente lo que uno mismo no entiende.
Reflejarse en letras y sonidos es revelador, porque en el punto en el que la canción genera la inflexión del pecho, es donde duele y donde el cuerpo está pidiendo decisión. Entender por fin cuál es la pena.
Un bajo retumba en la nuca, los rasguidos se escurren por la espalda y los agudos erizan la piel. El mundo se apaga para dejarme ser la que canta.
Encontrar esa canción es como encontrar el amor. Sonrisa y expectativa al unísono.
Midas is King and he holds me so tight...
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