Tuesday 29 March 2011

Rocking

Parada otra vez en el horizonte de la incertidumbre, con una decisión tomada de soledad y vuelta de página, me encuentro preguntándome ¿Qué es lo que causa ese rechazo al amor?

Celine es otra de las participantes pasivas de este pedazo de virtualidad. Ella también está sobre los 30 y soltera. También pasó por relaciones largas, cortas y pseudo algo. Y ella hoy se marea.

En una charla me confesó que su entretenimiento de turno está pasando por su vida sin pena ni gloria. Que su usencia es indolora pero su presencia es éxtasis. Se pierde en sus abrazos y en sus manos y se pierde más cuando se da cuenta que esas manos no la buscan. Se tambalea de un beso y le da vértigo el siguiente.

Si no le importa y no extraña, no debería tener esos síntimas que las mujeres leemos como  pre-enamoramiento-hasta-las-manos-mejor-huyo-antes-de-que-me-agarre. Pero los tiene. Y esto deja la sensación de que la próxima vez que me abracen bien me voy a disolver y desapareceré. ¿Será que el cariño empieza a agobiarnos? ¿Tal vez que la falta de él provoque sindrome de abstinencia y somatice? Como cuando volvés a fumar después de unos meses: el primer cigarrillo te cega y revuelve el estómago pero igual lo terminás. Y se te vuelve a hacer vicio como la primera vez.

Literalmente un beso debe marear, pero el mareo a nosotras no nos motiva, nos asusta. Y ahí es donde todas mis preguntas reflotan. Yo suelo autoconvencerme de que el día que llegue el 'indicado' todo miedo desaparecerá y el mareo será causa de sonrisa. Y a leer esas comillas con todas las de la ley de gramática que las avalan porque eso del indicado deja mucho para discutir.

Yo no sé, pero a ella sólo le puedo decir que se deje ser, con los pies firmes sobre la tierra o en paseos por alturas. Porque capaz no sea rechazo al amor, sino no dejarse engañar por el que no lo es.

Sunday 27 March 2011

Insert coin

Y las probabilidades de que esto sea lo mejor son tan grandes que ni la lágrimas más acérrima me hará cambiar de opinión esta vez.

No tuve el coraje de decidirlo yo, pero estaba esperando su decisión, porque vamos, la realidad es que el espacio entre nosotros hace imposible que esto que estamos desarrollando sea real. Ya no. El escenario cambió, sus actitudes cambiaron, Él cambió y para ser honesta, yo cambié. No sé si nuestro pseudo-momento generó todo esto, pero creo firmemente que tuvo que ver.

Y odio tener que admitirlo pero a veces las diferencias estructurales empiezan a notarse. Él me despertó a mi verdadera situación, a lo que yo debía empezar a sentir por mi misma y ver que la vida de a dos y plana y simple es lo que empiezo a querer; y él se despertó al mundo de los vicios y la juventud previa a eso, momento que ya viví y que estoy en proceso de descartar. Entendible. Ambos tomaremos decisiones erradas en el proceso de maduración que los verdaderos amigos entenderán y que el sentimiento verdadero superará.

Igual negar lo que causamos en la vida del otro sería necio. No fuimos más que esperanza e idilio. No fuimos más que deseos y coincidencias. Fuimos ilógicos y cobardes. Fuimos dos, y por un segundo funcionó.

Otra vez las expectativas me han jugado en contra y me parece que puse demasiadas en Él. Es que no es habitual encontarse con este tipo de conexión intelecto-musico-sentimental. Descubrir que hay alguien por ahí en el mundo con quien se puede discutir durante 4 horas seguidas sin quedarse sin argumentos y aprendiendo y enseñando; apasionado por su punto de vista e interesado en el mío. Eso es exitante.

En definitiva yo descarté el dicho que reza que la distancia lo cura todo, porque claramente conmigo no funciona. Pero me quedo con el del tiempo.

Igual aunque Él no lea esto le dejo aquí un 'gracias'. Si realmente estuvo en esto como yo, sabrá entender por qué. 

Maybe, we would have hated each other eventually...

Saturday 26 March 2011

Wien: Masturtrip 1ª parte

"I'm gonna take your picture. So I never forget you or, uh, or all this." Jesse - Before Sunrise (1994)

Y si de citas se trata, ésta tiene que figurar.

Empezó la madrugada de un martes ya casi mañana del miércoles. Me preparaba porque sabía que se venía una larga jornada. Zapas, jean, polera y pañuelito, como de costumbre, más adicionales de dos mudas de ropa, no mas, no necesitaba más porque la cita sólo exigía de comodidad y dejarse ser, libre.

Y emprendí camino a mi encuentro.

Como soy de esas personas que gustan decir "Esto me pasa sólo a mi," necesito pruebas para apoyar mis dichos, así que la calle donde me tenía que tomar el colectivo estaba cortada sólo por tres horas, pero claro, justo esas en las que yo la necesitaba y perdida me repetía esa frase una y otra vez hasta que un amable colectivero me ayudó y llegué a destino a horario.

Embarqué y volé a ese lugar con el que había soñado tanto. Volvía a un lugar donde nunca había estado pero mi historia me hacía sentirlo propio... Igual primero hacíamos escala, mi cita y yo.

El vuelo llegó a horario a Viena, poco mas de dos horas y un lugar nuevo de a ratos y conocido por otros ya que se me hacía inevitable compararlo con los antes vistos.

Yo caminaba lugares de manual y de películas (literalmente porque salí a buscar Before Sunrise por ahí) y caminé tanto que me olvidé de comer y de hacer pis, así de embalada iba. Derecho por avenidas de nombres sin vocales totalmente impronunciables. Si miraba el mapa cada 15 segundos para ver si estaba yendo por el camino correcto.

Y después de parques y lugares ya documentados, llegué. Lo respiré. Porque no elijo mar, elijo río. La brisa es fría y huele a paz. Lo ví y el viento me nubló la vista con humedad. La inmensidad fue tal que sólo pude sonreir.
Río Danubio - Viena

Vuelta a la cuidad. A edificios históricos de esos que te hacen sentir en una peli documental del '40, luces y por fin comida. Noche de ópera, pero mis ojos sucumbieron antes que mis oídos al cansancio y por fín a dormir.

Mi cita iba viento en popa. Presentía el inicio de algo más, pero no me quería entusiasmar así que la dejé fluir. Al otro día se venía un lindo encuentro así que destiné mis energías en ello.

Merecido y largo descanso, me dispuse a organizar los pormenores de mi segundo destino: Casa. Bajo una lluvia torrencial fui por el ticket al pasado lejano, ese que ni siquiera viví, pero quería recordar.

Habiendo cumplido fuí directo a la fuente y como amante de la música debo admitir que no importa cuánto sé de un gran artista (cuestión de gustos) importa cuánto haya aportado a la misma. Y ahí estaba él, orgulloso y rodeado de vicios. Lo que yo llamo rock sin importar a qué ritmo suene.

Monumento a Mozart - Viena

Seguí mi caminata hacia ella, una amiga que hacía tiempo no veía. Y debo admitir que estaba igual: tímida pero segura, extrañando volar pero con los pies en suelo firme desde hace un tiempo. Me llevó a probar lugares, a comer donde uno paga lo que cree que vale su consumición; me hizo conocer la verdadera ciudad entre monumentos mientras me narraba su historia (que convengamos es mucha), tomar café en un bar donde mesas y sillas son todas distintas entre sí ya que venden los muebles que se usan y los van renovando, caminar por callejuelas de verano y recordar viejas salidas. Darnos cuenta de que los que éramos en el mismo lugar hace años, ahora somos todos separados por decisiones y madurez de distintos tipos. Pero igual estamos y estaremos cuando el camino nos vaya uniendo aunque sea de a ratos.

Me acompañó a tomarme el tren y nos despedimos con un hasta luego bastante certero.

Uno puede estar en la ciudad mas impresionante del mundo con los paisajes más soñados, pero lo que queda del paseo son caras, sorisas, momentos que uno finalmente asocia con el lugar. Los bienes materiales y las fotos que uno pueda traerse, no le hacen justicia a las charlas que se puede encontrar allí. Sensaciones. Eso es todo lo que debe quedar. Y mi cita estaba a punto de llenarse de ellas.

Para esta altura parecíamos ser una nuevamente y siendo una yo encontraba el camino a seguir.

Thursday 10 March 2011

Let down... again

En el despertar de las indecisiones uno espera que la luz mágica de la sabiduría se imponga milagrosamente y todo se acomode de modo natural. Pero bueno, no siempre tengo la suerte de que eso me pase a mí.

Otra vez dos caminos que no se cruzan ni con la más flexible de las tangentes. Inestabilidad que no hace otra cosa que hacerme desear parar y no correr más.

Hoy es uno de esos días, de esos tantos en los que nada de lo que pase, haga, sienta, traiga o enseñe, me sacaría de el estado en el que me retraigo. Todo parece gris, opaco, sin vida ni futuro. Todo se tiñe de una soledad que mas que melacolía debería llamarse tristeza.

Quiero jugar a que puedo, a que sé y a que gano. Quiero barajar pero dentro del mismo juego, basta de dar de nuevo. BASTA.

Desilución, todo es poco y nada es suficiente.

... And one day I am going to grow wings...

Friday 4 March 2011

Game Over

No podría decir cuando dejé de pensarlo y solo sentirlo, y no podría afirmar que hubo un quiebre o que si simplemente pasó en la primer mirada.

Eran las 8 en punto y yo lo esperaba. No hacía falta que llegara tarde para que yo me enojara. En realidad no hacía falta nada ya que yo estaba en el límite del pensamiento "¿Qué hago acá?," de todos modos.

Caminaba nerviosa y ansiosa y sí... enfadada. Hasta que 20 minutos más tarde apareció. Lo vi desde enfrente pero me hice la boba para dejar que me sorprenda. Cuando me enfrentó corrí la cara a la izquierda al grito de "Todavía te das el lujo de llegar tarde!" Me tomó la cara con las dos manos, me miró de frente y me besó. Yo no quise ni abrazarlo, sabía lo que se venía luego y más después de ese beso. Nos separamos, caminamos unos pasos y trayéndome hacia él de un tirón me volvió a besar, con sus manos rodeando mi cintura y levantándome en el aire con toda la imágen de la más melosa película romántica, de esas que odio, pero que en este caso me bajó la guardia por completo. Era un hecho, esa noche mi vida se iba a complicar.

Sin más que sonrisas emprendimos caminata para buscar trasporte cómodo. Obviamente de la mano y entre risas bobas y miradas perdidas de dos cuerpos que por fin se reconocían. Juro que nunca me hicieron sentir tan esperada. Las cosas parecían empezar a darse de manera natural inclusive cuando no lo eran en lo absoluto. Desde los primeros metros la imagen que dábamos era de una pareja establecida y de mucho tiempo. Pero era nuestra primera cita, cita con todas las letras, cita porque los dos sabíamos que no ibamos a buscar amistad ni a ver simplemente que o quién era el otro. Cita porque los dos llevábamos las mismas expectativas de romance y calidez. Cita, porque el deseo era la sensación que primaba.

Emprendimos viaje y aunque discutíamos sobre el destino -discutir es lo que mejor nos sale- los dos lo sabíamos muy bien. Mientras esa gran avenida nos arropaba y nos dejaba mirarnos entre semáforos y lo dejaba besarme y tocarme. Y mientras la ciudad nos observaba y nos abría las puertas a lo que se suponía debía ser desconocido... Finalmente nos conocimos.

Puentes, luces, paseos de la mano, charlas tan insignificantemente temáticas para cualquiera pero tan memorablemente recordables para mi. Coincidencias, besos, abrazos, exposición pública; su manera de mirarme y de explorarme. El niño caminaba siempre un paso detrás de mi, y cuando me daba vuelta a buscarlo, él estaba absortamente perdido entre mis pantalones o mi cintura. Yo era seducción y él era la presa perfecta.

Hablamos mucho: de él, de mi, de pasado, de presente... Y de futuro. Ése fue el punto mas doloroso y que tratamos de evitar y de sortear cada vez que parecía imponerse en el tema de conversacion.

La simpleza nos dejaba conocernos aún más, no había lugares ni situaciones que opacaran lo que después debíamos recordar: sensaciones.

Me sentí cómoda. Empatía era lo que nos rodeaba. ¿Como podia ser todo tan natural? Se soponia que no lo fuera! Cuando salgo por primera vez con alguien suele haber situaciones tensas, raras, hasta atemorizantes; pero esa noche no. Las situaciones fueron amenas, familiares y relajadas.

Después de la cena, finalmente tuve que decidir. En realidad se lo confirmé a él, pero tres horas antes de ese momento, yo le había avisado a quién correspondía que no volvía a dormir . Ok, le dije que fuéramos a su casa, después de que me insistiera en compartir conmigo ése, Su mundo. Realmente no había nada en ese instante que yo quisiera más.

Llegamos y después de una corta recorrida por el lugar, los abrazos y los besos se encargaron del resto. Y conocí su mundo como debía conocerlo. Me envolvío en él de tal manera que no pude escaparme y la sensación de pertenencia me obnubiló.

Recostados quiso que escuchara una canción, me puso los auriculares en los oidos y 15 segundos después mientras yo escuchaba dicha canción, lo vi dormirse placidamente. Le saqué el iPod de las manos y apagando la luz pensé en lo lindo que sería irme a dormir todos los días de esa manera: con él y buena música.

El despertador nos aniquiló a la mañana siguiente. Yo recuerdo despertarme rodeada de un  abrazo y con ganas de quedarme en el un par de horas mas. Él se despertó encima de mí completamente sudado y con una sorisa que no me dejaba dudas de que también tenía ese deseo. Los momentos siguientes fueron la cuenta regresiva hacia la realidad que nos acorralaba.

Yo lo disfruté, porque vi en toda esa situación una Yo que hacía tiempo había perdido y que no tenía ganas de recuperar. Una Yo que superaba todos los miedos de historias pasadas y se dejaba ser dos una vez más.

Nos despedimos en el subte con ojos vidriosos y sorisa. Largos 2 minutos de miradas esquivas y suspiros que tapaban el pecho con palabras que no debíamos decir.

Y pese a toda la naturalidad de nuestra cita, no pude evitar sentirme incómoda con ese beso de despedida. El juego se acababa para ambos.