Junto con el disco elegido para este viaje, emprendimos camino. Collapse Into Now y la gracia de no querer pasar de largo ningún tema. Un disco entero, lindo, que me deja observar el paisaje desde la ventanilla del tren sin distraerme, sólo acompañando y asintiendo. Un colapso es lo que menos necesitaba, pero la causa inevitable de mi futura calma.
Al llegar me acordé del consejo de un amigo: nunca llegues a una ciudad que no concocés de noche. Cómo me hubiese gustado haberle hecho caso. No entendía nada, no tenía dinero del que servía ahí y la estación estaba visiblemente fantasmagórica. De repente me sentí en casa: como en Constitución a las 2 de la mañana en minifalda (no es que soliera pasar por esa situación a menudo, es simplemente un decir).
Fueron largos 5 minutos después de los que finalmente cambié dinero sin que me den de latigazos por el cambio y entendí como tomarme el metro. Es que a veces soy lenta.
Llegué al hotel, y claro, hablando en inglés con pasaporte nativo era de esperar la cara del flaco de la recepción. "pero cómo?" Y la charla fue de incómoda a simpática. Antes de terminar con el check in ya sabíamos el origen del otro y mas o menos quiénes éramos. Las intalaciones del lugar: olvidables. La atención: me hizo el viaje.
Salí de ahí a mi primer caminata casi con mi estadía planificada y con la sensación de estar perdida un paso atrás.
Mi primer destino fue ese río otra vez, pero ahora desde donde mi viejo lo vivió, y lo volví a respirar, esta vez de noche. Y la magia otra vez. Me doblé casi como si hubiera corrido hasta ahí desde Buenos Aires, pero no era cansancio. Maldita humedad otra vez.
Széchenvi Lánchíd - Budapest
Nada en el medio que pueda explicar con palabras, así que el resto de esa noche fue tratar de dormir para luego saldar el verdadero motivo de este viaje.
Para ser honesta las razones por las que finalmente decidiera emprender esta travesía fueron varias. La obviedad de la búsqueda de la historia era la principal, pero también necesitaba tiempo para recordarme un poco a mi misma. Por eso la cita conmigo. A charlar, a ordenar rompecabezas ahí, en ese lugar que seguramente me facilitaria la tarea más que ningún otro hacia el reencuentro con el camino que hace un tiempo elegí. Pero esa mañana me iba a dar cuenta de que eso no dependía sólo de mi.
Me desperté con un mensaje, que siguió con un llamado en el que me dijo Esas palabras, tiradas al aire e intoxicadas con vicios que yo ya superé. No fue la forma, ni el momento. No fue real. Y con un día por demás emocional por delante, volver a dormir fue imposible y salí al encuentro de eso que sí iba a darme verdaderos motivos para la emoción.
Acto fallido. recorrí toda la zona que mi papá me había indicado, pero entre casitas típicas, monumentos y enormidad de lugar, no lo encontré. Mi día parecía ser de esos. Ya sí, de esos.
Volví pachucha al hostel y una amable niña, tan o más que el sujeto de la noche anterior, me ayudó a ubicarme para arremeter nuevamente con mi búsqueda. Esta vez, una sonrisa y la sensación de pertenencia nuevamente me guiaron.
Decidí pasear por el centro. Larga avenida con locales, museos, castillos. Y yo queriendo elegir uno para darle locación a mi cuento. Pero mis piernas comenzaron a sentir el frío y volví al hostel. De camino encontré un cartel que rezaba 'Gulash Cup' y mi lugar de cena estaba resuelto.
Descansé un rato y todavía me sentía temprano, así que el segundo intento no debió esperar más.
Podría narrar todo un texto sobre lo que sentí al momento, pero el llamado a mi viejo desde la puerta de la casa donde él vivió de peque contuvo todo. Por mi parte, eso quedará ahí, sólo para nosotros dos.
Tuve mucho para pensar ese día, mi cita se desmoronaba. Peleamos, nos enojamos, nos reímos, pero el momento nos unió y otra vez fuimos una. No me imaginé otra cosa que a mi familia cerca mío otra vez, como la concreción de este cúmulo de experiencias que he decidido vivir.A la mañana siguiente seguí mi expedición hacia Bratislava, pasé un hermoso día allí, sin mapa, sin orientación, pero siendo una otra vez, no hubo posibilidad de que me perdiera. Todo fue relajo y disfrute de un paisaje encantador.
La vuelta trajo aparejada una decisión. Confimación de caminos, confirmación de distancias -algunas cortísimas sin importar océanos y otras... más allá del infinito.
Y los recuerdos de haber cumplido uno de los sueños menos imaginados, una de las fantasías que nunca me hubiese atrevido a pensar cumplir. Y esto de seguir viviendo mi cuento, sin castillo, pero sintiéndolo cada vez más real.
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